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Vocaciones

con el Vicario General de Nueva Zelanda

La Reverendísima Allister Kelley OSFS

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¿Cómo sé que tengo vocación?

Una vocación al sacerdocio es simplemente la Voluntad de Dios de que te conviertas en sacerdote. El problema surge al conocer la Voluntad de Dios para ti en esta vida. Las vocaciones no suelen suceder por visiones o voces interiores, sino más bien por signos, signos en su carácter, piedad e inclinaciones de que el Espíritu Santo lo está moviendo al sacerdocio. Estos son los signos ordinarios de vocación:

  1. Una genuina y constante inclinación de espíritu a servir a Dios como sacerdote. Te atrae la vida del sacerdote y las cosas eclesiásticas. Quizás le interese la liturgia, el dogma sagrado o la obra misional. Hay algo en el sacerdocio que te atrae.

  2. Un deseo genuino de promover la gloria de Dios, la Iglesia y la salvación de las almas. Este es el verdadero trabajo del sacerdote y, a veces, exige grandes sacrificios. Este es el único motivo verdadero para convertirse en sacerdote. Sería un error convertirse en sacerdote por un motivo equivocado, por ejemplo, porque la gente le tendría un gran respeto.

  3. Una buena vida moral. Este requisito no significa que deba ser santo para considerar el sacerdocio; simplemente significa que debes tomar en serio tu vida espiritual, que frecuentas los sacramentos con frecuencia y llevas una vida recta.

  4. Piedad. La vida de un sacerdote es una vida de oración, y parte de la vocación al sacerdocio es la inclinación a la oración: oración litúrgica y oración privada.

  5. Estabilidad emocional. El sacerdote debe ser un padre para todos, debe soportar los problemas de todos y no puede cargar con problemas emocionales y psicológicos.

  6. Al menos inteligencia promedio. El sacerdote debe transmitir fielmente las enseñanzas de la Iglesia a los fieles y diagnosticar con precisión sus pecados en el confesionario. De ahí al menos una capacidad intelectual media para aprobar sus cursos de seminario.

  7. Buena salud fisica. El sacerdote debe estar en buenas condiciones físicas para poder realizar el trabajo.

¿Qué pasa si tengo dudas sobre mi vocación?

Deberías acudir a un buen sacerdote que conozcas y preguntarle qué opina. Pídale al sacerdote que sea su confesor habitual y hágale conocer con franqueza todas sus debilidades y tentaciones, así como sus fortalezas y dones, y confíe en que el sacerdote le aconsejará. Aún más importante, ore con fervor y perseverancia a Dios para que sea iluminado en este asunto.

¿No debería esperar para ir al seminario hasta que sea mayor o me haya graduado de la universidad?

¡Absolutamente no! Con frecuencia, una vocación se pierde por el retraso. La universidad solo te dará distracciones, grandes deudas que pagar y cursos que no te acercarán más al sacerdocio. Es mejor atender la llamada tan pronto como la escuche. Recuerde también que el seminario es donde una persona pone a prueba su vocación viviendo la vida clerical. Si realmente tienes una vocación o no, quedará claro después de algún tiempo en el seminario.

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